Un terremoto, cuatro catástrofes
El terremoto de 9.5° Richter fue solo el primer golpe de la cadena de desafortunados eventos naturales ocurridos en el sur de Chile aquel domingo 22 de mayo de 1960. Igual de conocido es el consecuente maremoto que se generó frente a la costa de Valdivia y que tuvo impactos no solo en la costa de la zona centro sur del país, sino que también avanzó por el océano Pacífico, llegando incluso hasta el Ártico y el Índico. Con particular fuerza el tsunami golpeó Hawái, Japón e incluso California, Alaska y la península de Kamchatka, ocasionando daños y también víctimas fatales.

La tercera catástrofe la provocaron los deslizamientos de materiales sedimentarios en la Cordillera de los Andes, que obstruyeron el desagüe de lagos como el Riñihue, Pellaifa, Neltume, Pirihueico, Maihue, Puyehue y Rupanco, entre otros. En total se reportaron miles de deslizamientos o remociones en masa, siendo los más conocidos los ocurridos en el valle del río San Pedro, que dieron pie a la gran hazaña del Riñihuazo, que salvó a Valdivia de una devastadora inundación.

El último fenómeno desencadenado por el movimiento sísmico fue el proceso eruptivo del Cordón Caulle, en la zona andina de la actual región de Los Ríos. Éste entró en erupción la mañana del martes 24 de mayo de 1960, a lo largo de una fisura de 5,5 kilómetros de longitud, con 18 cráteres y una pluma de piroclastos que alcanzó 8 kilómetros de altura, arrojando pumicita blanca –piedras pómez- con espesores de hasta 10 centímetros a una distancia de 40 kilómetros. Luego vino una fase de efusión de lavas ácidas.

Si bien en un primer momento se negó una vinculación, la ciencia ha comprobado la influencia del terremoto en esta erupción volcánica, así como también en la reactivación, en 1961, de los volcanes Calbuco y Copahue.