Réplicas en canciones y poemas
A pesar del quiebre que supuso el terremoto y tsunami de 1960 para la vida de los habitantes del sur de Chile y del país en general, su impacto en la creación artística nacional parece no estar sistematizado ni suficientemente difundido.

Una de las obras de gran notoriedad, contemporánea a la catástrofe, es la canción de Violeta Parra “Puerto Montt está temblando”, donde la artista canta a lo que vivió en la ciudad donde estaba justo el día del terremoto:

Ni la más dura cadena
Me hubiera afligido tanto
Ni el mayor de los espantos
Congela así las venas

Pablo Neruda, quien había visitado Puerto Montt y otras ciudades del sur de Chile recién durante el verano de 1960, para luego irse a Europa en abril, recibe la noticia de la tragedia cuando se encontraba en París. El hecho lo motiva a escribir “Cataclismo”, cuya edición fue en ayuda de los damnificados y la reconstrucción. En esos versos, señala:

El miedo envuelve los huesos como una nueva piel / envuelve la sangre con la piel de la noche, / bajo la planta de los pies se mueve la tierra: /... se desploma / otra vez la ciudad:.... / nuestro deber es abrir las manos y los ojos / y salir a contar lo que muere y lo que nace /... construyamos el muro, la puerta, la ciudad / comencemos de nuevo el amor y el acero / fundemos otra vez la patria temblorosa (Obras II, 947 y ss.).

Publicada siete años más tarde, “La barcarola” incluye también otros versos inspirados en la catástrofe del sur, como “Terremoto en Chile”.

Las de Violeta Parra y Pablo Neruda son las referencias más conocidas, debiendo sumarse también otras que han llegado más frescas a la actualidad como las canciones “Acerca del terremoto” y “Valdivia 1960”, ambas del dúo valdiviano Schwenke y Nilo, y una creación de data reciente, como la “Cantata 1960”, del grupo valdiviano Antares.

Patricio Manns, escritor y cantautor, se inspira también en este hecho para su novela “Buenas noches los pastores”, ganadora del Premio Municipal de Literatura de Santiago en 1973. En 1972 algunos datos y situaciones habían sido incluidos por el autor en su libro de no ficción “Los terremotos chilenos”.

Otra intensa referencia desde la poesía la presenta Jorge Teillier en “Muerte y resurrección”, de su libro “El árbol de la memoria” (1960), donde alude a cómo se vivió la tragedia en Puerto Saavedra, sitio del sacrificio humano de un niño.

El poeta Clemente Riedemann en Karra Maw'n (1984) también aborda el terremoto y maremoto de 1960, con un sentido de respuesta de la tierra a los desequilibrios provocados por los seres humanos, como el derramamiento de sangre de la conquista y la acumulación de riqueza por parte de los colonos europeos en el sur de Chile.

Sin duda existen otros poemas y canciones en torno al terremoto, algunos con un vínculo no tan explícito, como ocurre con Pablo de Rokha en uno de sus poemas más personales: “Canto de macho anciano”. La crítica ha planteado que su telón de fondo, responsable en buena parte de su tono apocalíptico y angustioso, es el terremoto del 60:

Cruje la osamenta de un animal herido
cruje su aliento que deviene en lava
cruje su caminar que deviene en terremoto
cruje su mirada que deviene en tsunami