La sinceridad de un rector
El 16 de abril de 1961 Eduardo Morales, rector de la Universidad Austral de Chile le envió una carta a Otto Wendler, director del Comité de la Reconstrucción de Valdivia. Había pasado poco menos de un año de la gran tragedia y la autoridad académica decidió poner en papel una serie de consideraciones sobre cómo la ciudad comenzaba su lenta recuperación.

En la misiva, Morales daba cuenta de la marcada presencia de ciudadanos alemanes en Valdivia y la influencia ejercida en la cultura local y el comercio. La Uach se levantaba por aquel entonces como una institución motivo de alegría nacional. Hasta que el terremoto literalmente dejó los ánimos por el suelo.

Sobre aquel fatídico día, dice: "La tierra comenzó a estremecerse y hundirse. Y ante la evidencia de una muerte inminente, pedí al sacerdote que nos impartiera la absolución. Deseaba morir como he vivido... Monseñor cumplió con su deber: los niños rezaron y todos nos preparamos para la hora que Dios postergó por aquella vez...".

El rector enfrentó entonces los días posteriores como un líder social. En su carta habla de aquella labor y también de la visita de los amigos que venían a ayudar en la desgracia. También aborda la figura de quienes aparentemente no aportaron mucho: "...los curiosos inútiles, que venían a compartir nuestra escuálida mesa y a poner en apuros nuestra más escuálidos bolsillo. De aquellos seudocientíficos que olfateaban los trabajos que verdaderos hombres de ciencia estaban realizando y que luego iban a dar conferencias y publicar folletos sobre e 'terremoto y sus consecuencias. Los espíritus que habían resistido firmes el impacto del 22 de mayo fueron probados por el histerismo de algunos periodistas, que nos sumergían ocho metros ¡cada diez días!"