El santuario que surgió del terremoto
El Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter (SNCA) está inserto en el humedal del río Cruces, que se formó luego del descenso y anegamiento de terrenos agrícolas asociados a cursos de agua del mencionado río, provocados por el terremoto del 60. Esta es una de las consecuencias aún visibles del gran cataclismo. Fue declarado oficialmente como Santuario de la Naturaleza e Investigación Científica en junio de 1981, bajo una subcategoría de Monumentos Naturales definida como bienes terrestres o marinos, que ofrezcan posibilidades especiales para estudios e investigaciones geológicas, paleontológicas, zoológicas, botánicas o de ecología, o que posean formaciones naturales, cuya conservación sea de interés para la ciencia o para el Estado.

EL SNCA fue el primer sitio chileno reconocido por la Convención Ramsar sobre Humedales, destacando su importancia internacional. Esta lista actualmente la engrosan 12 humedales de Chile, de los cuales el Santuario Carlos Anwandter es el único que se encuentra próximo a una ciudad con más de 100.000 habitantes.

El sitio destaca por la biodiversidad que alberga, estimada en más de 20 especies de mamíferos y 119 de aves) y la protección que entrega a especies con problemas de conservación como el huillín o nutria de río (Lontra provocax) o el cisne de cuello negro (Cygnus melancoryphus). A esto se suma su relevancia paisajística, turística, y por de los servicios ecosistémicos derivados de sus funciones y atributos.

Entre los principales beneficios que aportan los humedales a la calidad de vida de las personas en las ciudades, se cuenta que constituyen reservas de agua dulce para el hombre, para consumo directo y para utilización en sus actividades productivas; el mejoramiento de la calidad del agua y retención de contaminantes; el control de las islas de calor y la atemperación de condiciones climáticas extremas a través de la evapotranspiración; la captura de CO2 por parte de la flora que allí se desarrolla; la provisión de ambientes de interés paisajístico; la provisión de hábitats críticos para especies migratorias y su reproducción; la mantención de las cadenas tróficas locales y ecosistemas vecinos; y su capacidad para contener las variaciones en los niveles del agua provocados por eventos climáticos conteniendo o disminuyendo los efectos de una inundación.